Warma Kuyay (en quechua:
Warma Kuyay, “amor de niño”) es un cuento del escritor peruano José María
Arguedas publicado en 1933 en la revista Signo de Lima.
Warma Kuyay es un cuento
breve pero bien elaborado, que inauguró una nueva época en la historia del
indigenismo literario en el Perú y que ha sido considerado como una de las
mejores obras de Arguedas.
RESUMEN.
El niño Ernesto, sobrino
de uno de los dos patrones de la hacienda Viseca, se enamora de una india joven
llamada Justina, a quien una noche la ve bailar en el patio del caserío. Pero
ella prefiere al Kutu, un joven indio y novillero, empleado de la hacienda.
Ernesto no entiende cómo, siendo el Kutu feo y con “cara de sapo” pueda ser el
preferido de la Justina. Ella y los demás indios se burlan de Ernesto, quien se
retira avergonzado mientras continúa el jolgorio, hasta que llega don Froylán,
el otro patrón, quien sacude su látigo y manda a dormir a todos. Esa misma
noche Ernesto se entera que don Froylan ha abusado sexualmente de Justina,
cuando esta fue de mañana a la toma de agua para bañarse. Es el mismo Kutu
quien le cuenta esta desgracia, y entonces Ernesto le incita a que asesine al
ofensor. Pero el novillero se niega por «ser indio», es decir, socialmente
inferior, además porque el patrón tenía nueve hijos que aún eran muy pequeños.
Ernesto no entiende estas razones y cree que por maula o cobarde el Kutu no
quería enfrentar al malvado patrón. El Kutu trata de consolarle, diciéndole que
pronto se iría y le dejaría a la Justina para él solo. En las noches, el Kutu
iba al corral y daba de latigazos a los becerros del patrón, a modo de
desquite; Ernesto lo veía y aprobaba su acción, pero luego se arrepentía y
abrazaba a los animales, llorando y pidiéndoles perdón por tal crueldad. Dos
semanas después, el Kutu, hastiado de las humillaciones, se marcha de la
hacienda, dejando a la Justina. Ernesto mantiene su amor por la muchacha aunque
sin guardar esperanzas, pues su amor era solo un warma kuyay (amor de niño) y
no creía tener derecho sobre ella; sabía que debía ser de otro, de un hombre ya
mayor. Finalmente Ernesto es llevado a la costa, donde vive amargado y
languidece «como un animal de los llanos fríos trasladado al desierto»,
imaginando que lejos, el Kutu, aunque cobarde, llevaría una vida mejor
trabajando en las haciendas de la sierra.
1 comentario:
esta historia es muy hermosa en toda forma de vista
Estudiante de JGE
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